
Hermana mía
Laura Bogliano
Seguramente dije muchas veces mamá, porque tenía tres años y medio cuando se la llevaron y, a esa edad, debe ser una de las palabras más repetidas.
Y ahora que me acuerdo, estoy segura de que la dije, porque cuando parí a mi primera hija, en un momento de mucha angustia, lo único que me salió gritar, fue “¡Mamá! ¡Quiero con mi mamá!”. Haciendo cálculos, habían pasado más de quince años que yo no había vuelto a llamarla (sí, fui mamá muy chica). Pero eso me dio una certeza que nunca había tenido: yo tuve una mamá a la que llamaba para consolarme, sostenerme, tranquilizarme.
Después le tuve que enseñar a mi bebé; me costó mucho, al principio como mamá, muchas lágrimas, que nadie veía ni escuchaba, porque esta vida que me tocó, me enseñó a llorar en silencio.