Paradoja

Pablo Balut

Desde chico me gustaron los cuentos de ciencia ficción. Muchas veces imaginaba tener una máquina del tiempo y poder viajar al pasado. Conocer dinosaurios, ver caballeros y castillos, presenciar las batallas de Napoleón Bonaparte.

De adolescente, fantaseaba con volver a los ‘70. Viajar a Mar del Plata, al 24 de octubre de 1977, llegar unos minutos antes que la patota y avisarle a mi papá y a sus compañeros. Salvarlos justo en el último instante y que lograran escaparse antes de que lleguen.

Durante muchos años tuve esa fantasía.

Hoy, sueño nuevamente el viaje en el tiempo. Llego en el momento justo. Ellos no me ven.

Yo los veo ahí reunidos. A Santiago, a Cecilia, a Pablo y al resto de los compañeros de la célula del PCML.

Estoy por avisarles. Mi cabeza se enreda y entra en contradicción. ¿Qué pasaría si los salvo? ¿Cómo sería mi vida entonces? ¿Una familia común, que se va de vacaciones? ¿Almorzaríamos todos juntos los domingos? Seguro podría ir a la cancha con mi papá.
La verdad, no sé. De lo que estoy seguro es de lo que no hubiera pasado. Nunca hubiera ido a H.I.J.O.S, no la hubiera conocido a Clari, no hubieran nacido mis hijas. Tal vez, no me importarían las desigualdades sociales ni la injusticia. No sería quien soy.

Los segundos pasan, no reacciono. Siento los golpes en la puerta. La patota entra, en unos minutos los reducen, los encapuchan y se los llevan a la Base Naval.

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